Estamos en la era de los medicamentos para bajar de peso.
Es probable que las decisiones acerca del uso de estos medicamentos definan nuestra salud en el futuro e incluso el aspecto que pueda llegar a tener nuestra sociedad.
Y como están descubriendo los investigadores, también están derribando la creencia de que la obesidad es simplemente una falla moral de los que tienen una voluntad débil.
Los medicamentos para bajar de peso ya están en el centro del debate nacional en países como Reino Unido, donde el nuevo gobierno sugirió que podrían ser una herramienta para ayudar a que las personas obesas dejen de recibir beneficios y vuelvan a trabajar.
Ese anuncio (y las reacciones que generó) es un claro reflejo de nuestras opiniones personales sobre la obesidad y lo que se debe hacer para abordarla.
Aquí hay algunas preguntas que me gustaría plantear al lector.
¿Es la obesidad algo que las personas se provocan a sí mismas y simplemente se requiere tomar mejores decisiones en la vida? ¿O es un fracaso social con millones de víctimas que necesita leyes más estrictas para controlar los tipos de alimentos que comemos?
¿Son los medicamentos eficaces para bajar de peso la opción sensata en una crisis de obesidad? ¿Se están utilizando como una excusa conveniente para eludir la gran cuestión de por qué tanta gente tiene sobrepeso?
Hay pocas condiciones médicas que susciten un debate tan acalorado.
¿Qué creemos sobre la obesidad?
No puedo resolver todas esas preguntas por los lectores; todo depende de sus puntos de vista personales sobre la obesidad y el tipo de mundo en el que desean vivir. Pero mientras piensan en ello, hay algunas cosas más que deben considerar.
La obesidad es muy visible, a diferencia de afecciones como la presión arterial alta, y desde hace mucho tiempo viene acompañada de un estigma de culpa y vergüenza. La gula es uno de los siete pecados capitales del cristianismo.
Ahora, veamos la semaglutida, que se vende bajo la marca Wegovy para bajar de peso. Imita una hormona que se libera cuando comemos y engaña al cerebro haciéndole creer que estamos llenos, reduciendo nuestro apetito para que comamos menos.
Lo que esto significa es que, solo con cambiar una hormona, “de repente cambias toda tu relación con la comida”, dice el profesor Giles Yeo, científico de la obesidad de la Universidad de Cambridge.
Y eso tiene todo tipo de implicaciones para cómo pensamos la obesidad.
También significa que para muchas personas con sobrepeso hay una “deficiencia hormonal”, argumenta el profesor Yeo, lo que les deja biológicamente más hambrientos y vulnerables a ganar peso que alguien que es delgado de forma natural.
Esto probablemente fue una ventaja hace 100 años o más, cuando los alimentos eran menos abundantes, algo que llevó a la gente a consumir calorías cuando estaban disponibles por la incertidumbre de no saber si habría comida mañana.
Un arma contra las enfermedades
No ha habido cambios profundos en nuestros genes en el último siglo, pero el mundo en el que vivimos ha hecho que sea más fácil ganar peso con el aumento de alimentos baratos y ricos en calorías, tamaños de porciones cada vez mayores y pueblos y ciudades que hacen que sea más fácil conducir que caminar o andar en bicicleta.
Estos cambios despegaron en la segunda mitad del siglo XX, dando lugar a lo que los científicos llaman el “entorno obesogénico”, es decir, uno que anima a las personas a comer de forma poco saludable y a no hacer suficiente ejercicio.
Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada ocho personas a nivel mundial vive con obesidad.
Wegovy puede ayudar a las personas a perder alrededor del 15% de su peso corporal inicial antes de que los beneficios se estabilicen.
A pesar de que constantemente se le etiqueta como un “medicamento para adelgazar”, esto podría ayudar a alguien que pesa 127 kilos a bajar a 107 kilos. Desde el punto de vista médico, eso mejoraría su salud en áreas como reducir el riesgo de ataque cardíaco, la apnea del sueño y la diabetes tipo 2.
Pero la doctora Margaret McCartney, médica de cabecera de Glasgow, advierte: “Si seguimos poniendo a la gente en un entorno obesogénico, solo vamos a aumentar la necesidad de estos medicamentos para siempre”.
Por el momento, el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido planea prescribir los medicamentos sólo durante dos años debido al costo. La evidencia muestra que cuando se terminan las inyecciones, el apetito regresa y el peso vuelve a subir.
“Mi gran preocupación es que no se tiene en cuenta la cuestión de evitar que las personas tengan sobrepeso”, dice la doctora McCartney.
Entornos que promueven la obesidad
Sabemos que el entorno obesogénico comienza temprano. La OMS dice que en 2022, al menos 37 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso.
Y sabemos que afecta a las comunidades más pobres más fuertemente que a los más ricos, en parte debido a la falta de disponibilidad de alimentos baratos y saludables en esos distritos menos prósperos.
Pero a menudo existe una tensión entre mejorar la salud pública y las libertades civiles. Puedes conducir, pero tienes que usar el cinturón de seguridad; se puede fumar, pero con impuestos muy altos y restricciones de edad y de dónde se puede fumar.
Así que aquí hay algunas cosas más que el lector debe considerar. ¿Deberíamos también abordar el entorno obesógeno o simplemente tratar a las personas cuando empieza a dañar su salud? ¿Debería el gobierno ser mucho más duro con la industria alimentaria, transformando lo que podemos comprar y comer?
¿Deberíamos animarnos a volvernos japoneses (un país rico con poca obesidad) y comer comidas más pequeñas basadas en arroz, verduras y pescado? ¿O deberíamos limitar las calorías de las comidas preparadas y las barras de chocolate?
¿Qué pasa con los impuestos al azúcar o a la comida chatarra? ¿Qué pasa con las prohibiciones más amplias sobre dónde se pueden vender o publicitar alimentos ricos en calorías?
El profesor Yeo dice que si queremos un cambio “tendremos que hacer concesiones en alguna parte; vamos a tener que perder algunas libertades”.
Medidas
En Inglaterra, ha habido iniciativas oficiales contra la obesidad. Catorce de ellas a lo largo de tres décadas y con muy poco que mostrar.
Incluían campañas de cinco días al día para promover el consumo de frutas y verduras, etiquetado de alimentos para resaltar el contenido calórico, restricciones a la publicidad de alimentos poco saludables para los niños y acuerdos voluntarios con fabricantes para reformular los alimentos.
Pero aunque hay indicios provisionales de que la obesidad infantil en Inglaterra puede estar empezando a caer, ninguna de estas medidas alteró lo suficiente la dieta nacional como para cambiar el rumbo de la obesidad en general.
Existe una escuela de pensamiento que sostiene que los medicamentos para bajar de peso pueden incluso ser el evento que desencadene el cambio en nuestras comidas.
“Las empresas de alimentos obtienen ganancias, eso es lo que quieren; el único rayo de esperanza que tengo es que si los medicamentos para bajar de peso ayudan a muchas personas a resistirse a comprar comida rápida, ¿puede eso iniciar el cambio parcial del entorno alimentario?”, se pregunta el profesor Naveed Sattar, de la Universidad de Glasgow.
A medida que los medicamentos para bajar de peso estén cada vez más disponibles, pronto será necesario decidir cómo se utilizarán y cómo encajan en nuestro enfoque más amplio sobre la obesidad.
Por el momento sólo estamos sumergiendo los dedos de los pies en el agua. Hay un suministro limitado de estos medicamentos y, debido a su enorme costo, están disponibles para relativamente pocas personas y por un corto tiempo.
Se espera que eso cambie dramáticamente durante la próxima década. Nuevos medicamentos, como la tirzepatida, están en camino, y las compañías farmacéuticas perderán sus protecciones legales –las patentes–, lo que significa que otras compañías podrán fabricar sus propias versiones más baratas.
En los primeros días de los medicamentos para bajar la presión arterial o las estatinas para reducir el colesterol, eran caros y se prescribían a pocos. Actualmente, son millones de personas los que los toman..
El profesor Stephen O’Rahilly, eminencia en la investigación de la obesidad y las enfermedades metabólicas, dice que la presión arterial se atajó mediante el uso de una combinación de fármacos y cambios sociales: “Hicimos pruebas de detección de la presión arterial, aconsejamos niveles bajos de sodio [sal] en los alimentos y desarrollamos medicamentos baratos, seguros y eficaces para la presión arterial”.
Esto es, dice, lo que debe suceder con la obesidad.
Más preguntas que respuestas
Todavía no está claro cuántos de nosotros terminaremos tomando medicamentos para bajar de peso. ¿Será sólo para quienes son muy obesos y corren riesgo médico? ¿O será preventivo para evitar que las personas se vuelvan obesas?
¿Durante cuánto tiempo se deben tomar medicamentos para bajar de peso? ¿Debería ser de por vida? ¿Qué tan ampliamente deberían usarse en niños? ¿Importa si las personas que consumen estos medicamentos siguen comiendo comida chatarra no saludable, pero menos?
¿Con qué rapidez se debe adoptar el uso de medicamentos para bajar de peso cuando todavía no conocemos los efectos secundarios de su uso prolongado? ¿Estamos de acuerdo con que personas sanas los tomen exclusivamente por motivos estéticos? ¿Podría su disponibilidad privada ampliar la brecha de obesidad y salud entre ricos y pobres?
Tantas preguntas pero,hasta el momento, pocas respuestas claras.
“No sé dónde va a terminar esto: estamos en un momento de incertidumbre”, afirma el profesor Naveed Sattar.